Entre el hombre y la Tierra existe una conexión muy fuerte. Esto ocurre porque las influencias presentes en ella ejercen una peculiar acción sobre las personas.
Cuando estas influencias son además un reflejo directo de lo que ocurre en el cielo, la gente las percibe como si se tratasen de algo mágico, una especie de herencia espiritual o de comunión con lo universal.E opinióndel investigador Francisco Ariza, "estas influencias pueden llegar a trasmutar el medio (la geografía), convirtiéndolo en su reflejo, ya que las relaciones que se establecen con el movimiento de los planetas y de las estrella se proyectan, en forma y proporciones sobre la tierra".Este reflejo de la armonía existente entre el cielo y la tierra era la energía que nuestros antepasados percibian en las montañas, las cavernas, el agua o los arboles y que todavía hoy, algunos reconocen como lugares donde la energia telúrica de la Tierra consigue proporcionarnos una enorme sensción de libertad, y hasta la posibilidad de elevarnos hacia algo más grande y místico.
Por este motivo, no es casual que las antiguas construcciones, los templos sagrados y los lugares de culto estuviesen situados en enclaves estudiados a consciencia por nuestros antepasados, unos constructores con profundos conocimientos astronómicos, geométricos y geográficos que sabían sacar provecho a la propia orografía del terreno y se pudiese percibir esa vibración especialque logra que las personas conecten con su parte más espiritual.Descubrir esos enclaves de energia positiva y poder absorberla para sentirnos mejor es una experinecia que nos ayudará a sentir un equilibrio energético y un bienestar espiritual que repercutirá favorablemente en nuestro estado de ánimo y nuestra serenidad cotidiana.
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