2 de febrero de 2008

contestación desde GFU MALAGA

Felicitamos a yaminesmarbella por su trabajo de comunicacion a traves del blog y de paso les adjunto biografia y sendas de un nuevo Guru que viene a españa en 1-2-3-4mayo al ashram del bosque en sm de Valdeiglesias.

(se adjunto texto enviado por GFU Málaga):

SENDAS Y ENCUENTROS DE UN GURÚ No 5

Navidad en el Ashram de Cuautla

A esa navidad seguía faltándole el ingrediente principal: la presencia del Maestro José Manuel Estrada. Su llegada, se hacía cada vez más expectante para todos los que estábamos en el Ashram de Cuautla.

Ese domingo, el 22 de diciembre de 1974, alrededor de las 16h00, empezó a correr la voz por todo el ashram: “¡Ya llegó el Maestro, ya llegó el Maestro!”, cuando alguien se dio cuenta de que el automóvil que lo traía estaba llegando. Efectivamente, era él, acompañado de su inseparable discípula y esposa, el Reverendo Gagpa Carlota Castañeda.

Como si fueran a recibir grandes premios o regalos, todos los presentes en el Ashram corrieron a recibirle y saludarle en la entrada, ya fuera en traje de baño o como anduvieran. Empezaba la fiesta en el Ashram y en el corazón de todos.

El Maestro se detuvo en el pórtico de ingreso mostrando en todo momento su incomparable sonrisa y alegría. Bromeaba con algunos, calificaba con apodos y ademanes a otros. Casi podría asegurar que saludó a todos con un abrazo y un apretón de manos.

Después de más media hora de convivencia en la recepción, se fue a su cuarto. Era un cuarto sencillo pero cómodo, el mejor del Ashram; estaba pegado al comedor y a la cocina, donde casi todo el día había movimiento, ruidos y algarabía.

Un poco más tarde, alguien me dijo que llevarían al Maestro como a las 19h00 a comer helados. Aun cuando no conocía en confianza a los asistentes al Ashram, investigué y por fin conseguí un lugar en un auto de la comitiva. En total éramos como veinte personas, en cuatro autos.

El Maestro Estrada pidió un helado de limón, que disfrutaba inmensamente, mientras todo el grupo departía como en una gran fiesta, llena de anécdotas Iniciáticas, risas y mucha alegría, que se extendió por casi dos horas.

Al día siguiente, lunes, me desperté como a las 05h30, todavía entre la oscuridad de la noche, salvo la luz de algunos focos distantes. Me dirigí a cruzar el puente del río, en donde, de pronto, escuche chapoteos. Me acerqué con curiosidad… Para mi sorpresa, una viejecita se sumergía una y otra vez feliz en el agua, con su vestido y blusa, exhibiendo su pelo cano.

Rodeé el jardín para estar cerca de ella y me nació saludarla: “¡Pax, hermana, buenos días!”; ella me respondió de la misma manera: “¡Pax, hermanito¡ Qué milagrosa es esta agua; me pone muy feliz, me abraza y yo la abrazo a ella. ¡Está bien sabrosa!. Mira, fíjate, en el cielo, Venus y la Luna están en cuadratura, pero mañana habrá un trígono entre la Luna y Sol y a su vez el Sol estará en conjunción con Mercurio, o sea que algunas cositas de las emociones podrían alborotarse un poco, pero con buena actitud, se pueden comunicar bien. ¿Te fijas? Por un lado se ponen duras las cosas, pero por el otro, siempre se pueden solucionar”.

Tan pronto como terminó su sorpresiva narración, volvió a dejar caer su cuerpo de un sentón en el río y como una niña empezó a patalear en el agua que se acumulaba en la represa, formando una pequeña piscina.

Su improvisada explicación astrológica me dejó sorprendido, medio aturdido, sobre todo por la hora, el lugar, y las circunstancias en que ocurrió. Como resultado de lo que vi y escuché, me dije a mí mismo: “Si así son los Getuls de vitales y sabios de viejitos, ¡qué maravilla! ¡Yo quiero llegar a ser así!”. Definitivamente, los Iniciados no son convencionales, van más allá, debo agregar ahora.

Al preguntar sobre ella, supe que se llamaba Maurita y que tenía el grado de Getuls. Era muy conocida entre los Getuls porque casi podía diariamente precisar dónde estaba cada planeta en el cielo. Maurita era una mujer de extracción humilde y trabajaba en un mercado vendiendo frutas y verduras. De las pocas veces que la volví a ver, la recuerdo bella, radiante, contándonos poesías con sus ojos luminosos y alegres.

Con el tiempo la conocí mejor, y supe algo que me dejó una honda huella, como un valor muy elevado y estimado en la Iniciación “ La Lealtad”. Al notar que ya no asistía por un tiempo a su Escuela Iniciática, la empezaron a extrañar. Se nombró una comisión para que la visitara. La encontraron solita en su cuarto, postrada en su cama sencilla, sin recursos económicos. Al saber de su situación, sus amigos y compañeros Getuls hicieron una colecta para aliviar en algo su penosa situación.

Cuando volvieron para entregarle la colecta, su respuesta fue una sorpresa para todos. Postrada y enferma les dijo: “Les agradezco que se preocupen por mí, mis hermanos Getuls, pero mejor con ese dinerito quiero pagar las cuotas que debo a mi Escuela Iniciática. Entonces estaré más en paz, deveras muchas gracias”.

Me conmovió el relato por el profundo sentido de lealtad de un Getuls a su Escuela de Iniciación, por la formación interna que había recibido esa discípula del Hermano Mayor.

La gimnasia empezó a las 06h00 en punto. La música de los pájaros empezaba a sonar y los despuntes del alba anunciaban el nuevo día, llenando la atmósfera del ashram.

Más de 40 personas hacían la gimnasia, en una especie de danza, acompañada del rítmico interminable y cansón de “aire, fuera, aire, fuera, cambio”, que marcaba animadamente un señor mayor, como de unos 50 años.

Después de la gimnasia, corrí al río a bañarme, viviendo todavía la motivación de la Getuls Maurita. Luego fui a las regaderas, con lo cual estaba listo para participar de la Ceremonia Cósmica celebrada por el Maestro, que todos esperábamos a las 07h00. Sin embargo, nos explicaron que en su grado de Sat Arhat ya vivía la etapa de Vyutana, lo que le permitía realizar la Ceremonia Cósmica en otros horarios, pero siempre antes de mediodía. Se anunció entonces que el ritual sería a las 10h00.

Me quedé por ahí contemplando el río pasar, disfrutando con los destellos de luz. Como a las 07h30, observé al Maestro Estrada caminando por el jardín silenciosamente. Vestía su traje de Iniciado, pero sin su capa. Caminando y haciendo altos, contemplaba, abstraído, las flores del Ashram, algunas también las acariciaba. Al acercarme le oí decir: “¡Pero qué gonita, qué gonita eres! Al acercarme más, volteó, mirándome de reojo, entonces le pregunté: ¿Qué ve en las flores, Maestro?”. “Mira, mijo, dijo con dulzura, las flores entienden algunos lenguajes, pero ellas te hablan en su lenguaje. Si tú lo captas, puedes conversar con ellas, aunque la gente te diga que estás loco. A mí me consta que uno sí puede comunicarse con ellas; por cierto, yo soy uno de esos locos que lo hace”.

Terminando las palabras anteriores sonrió ampliamente. Hablaba con tal seguridad y desde tan profundamente de su interior, que me convenció. Y continuó: “Cada una tiene algo diferente; obsérvalas y sentirás que te hablan de sí mismas como criaturas del reino vegetal y también como parte de la omnipresencia divina”.

Me impactó de tal manera esa respuesta, que me supo a poesía. Al verle tan en contacto, en ese diálogo íntimo con las flores, ya no pregunté más y me alejé. Pero seguí sintiendo esa inquietud, al punto que decidí intentar hablar con las flores por mi cuenta, pero en un lugar donde nadie me observara en mi experimento.

Al hacerlo, me fui dando cuenta de que estaba usando más mi propia imaginación y no un lenguaje sensorio y real, como lo percibía en el Maestro. Desde entonces, la imagen de mi Maestro viendo las flores del Ashram, ha dejado en mí la necesidad de reconocer la expresión de las flores a lo largo de mi vida, y creo que voy avanzando.

Eran las 09h15 y ya empezaba a llegar gente al santuario. Observar al Maestro acomodando los elementos de su altar era un auténtico deleite, un espectáculo digno de verse. Todo lo hacía con especial cuidado y mística. Observé que a su lado estaba sin despegársele un Getuls. Era de edad avanzada, un tantito gordo. Parecía como muy callado y serio, casi como un soldado a las órdenes de un general. Se trataba del ahora legendario Getuls Felipe Paredes, que le ayudaba en todo al Maestro.

Ya cuando arregló todo lo de su altar, no dejé pasar la oportunidad para inventar una pregunta de lo primero que se me ocurriera, para tener la excusa de saludarle. Cuando iba saliendo del santuario, le abordé: “¿Por qué se tienen las fotos de los Maestros lunares al fondo del santuario, junto con la de usted y la del Maestre?”. “Mira chico, dijo con su potente voz, el Maestre tuvo cuatro discípulos principales, uno que es tu servidor y que estás viendo y otros dos que llegaron a Sat Arhat, reconocidos por él. Ahí los ves, son los Venerables Sat Arhats Juan Víctor Mejías y Alfonso Gil Colmenares, hay otro, Pacheco, el primer Anciano del Ashram del Limón, pero llegó solo a Getuls, por eso no esta en este lugar especial”.

Yo proseguí: “Entiendo que son importantes el Maestro Mejías y el Maestro Gil, pero porque deben de estar en el santuario”. “Tú eres Yamín, repuso, entonces tú debes tratarles con sus grados, debes referirte a ellos como los Venerables Sat Arhats, pero yo les puedo tutear inclusive, pero a ti no te toca eso. Por cierto, tu pregunta me da pie para decirte que si ponen al Muy Sublime Maestre y a mí en algún lugar, yo he enseñado a mis discípulos a que pongan también a los otros dos, aunque ellos a mí me quitaron de todos lados.

El Hermano Mayor viene trayendo una enseñanza justa y respetuosa para todos, hay que tratarnos como Iniciados y no como enemigos. Precisamente por lo que te acabo de decir están ahí, ellos a la izquierda de mi Muy Sublime Maestre y yo a su derecha. A mí me ha tocado ser su mano derecha en la Misión. Pero hay algunos que me colocan debajo de él, porque a mí me ha tocado cargar el peso de la Misión de mi Maestro”.

Regresó a los pocos minutos de su cuarto llevando la capa de Templario. Pasó al cuartito donde se cambiaba dentro del santuario y la dejó ahí.

El lugar estaba totalmente lleno, había más de 200 personas. La mayoría platicaba con una algarabía ensordecedora, hasta que alguien anunció: “Hacemos un círculo, alternando un hombre y una mujer, y ya teniendo el círculo hacemos una cadena con el brazo derecho sobre el izquierdo”.

Empezó a aparecer un poco de silencio poco a poco mientras se formaban como cuatro o cinco círculos en todo el santuario. Para mí fue nuevo ver a algunos adultos ayudando a más de una decena de niños y niñas a formar un pequeño círculo en el centro de todos, aunque algunos estuvieran con ropa normal y otros con su traje de baño mojado es escurriendo el agua del río.

Ya todo listo, el Maestro Estrada inició la Ceremonia Cósmica con su clásica introducción. En esa ocasión, y a medida que transcurría el acto, todo parecía aumentar el ambiente místico, pero también los empujoncitos, el calor, el ingreso de más gente aunque el lugar no daba para una sola más.

La ventilación se hacía cada vez más escasa porque muchos de los que no podían entrar tapaban las ventanas al asomarse por ellas. No era tan fácil concentrarse, pero nadie quería dejar el lugar, excepto los niños, que querían volver a jugar en los jardines o a nadar al río.

Al terminar la Ceremonia, el Maestro anunció que los que quisieran podían pasar al frente a recibir la bendición, enfatizando que no era obligatorio hacerlo. Tardó casi una hora o hasta más en dar la bendición a todos los presentes.

Al terminar, impartió su enseñanza a manera de estudio. Nos habló de la Agartha Shanga y su significado. Dijo que se trataba de una asamblea de sabios, que nadie sabía dónde se reúnen, pero que a ellos les tocaba equilibrar las fuerzas espirituales del planeta.

Aseguró que al ser miembro de esa Fraternidad Blanca, uno estaba cumpliendo una misión muy importante, pero que muy pocos la conocían a fondo. También habló sobre la noche de Navidad que estábamos a punto de celebrar, mencionando algunos de sus significados. “La Navidad es la noche más larga del año; es cuando la luz empieza a aumentar su luminosidad y los días se van haciendo más largos. Y continuó: “Es el día del Getuls, del novicio, de aquel que agarra la empuñadura de la espada, del que aprende a dominar los coletazos de las serpientes. Una de esas fuerzas o serpientes es el dinero y la otra simboliza el sexo; ambas son las principales pruebas de un discípulo y las tiene que dominar.

En el camino de la Iniciación, al candidato se le prueba constantemente para ver la altura espiritual que tiene, a ver si ha entendido la Leyes del Sendero y ha asimilado su verdadera Misión. Serán probados una y mil veces, pero solo el que venciere hasta el fin podrá sentarse a la diestra de Dios Padre. Así es el Sendero, es de pruebas, para alcanzar las más altas realizaciones”.

Miré a mi rededor. Todos los ojos se posaban atentamente sobre la figura, majestuosa y a la vez enigmática del Venerable Maestro, que continuó: “El Sendero no es un juego, es algo que hay que tomar muy en serio, porque con las Leyes de Papa Dios no se juega. Dios es un conjunto de leyes en virtud de las cuales existe todo lo que vemos y palpamos y lo que no vemos y no palpamos; esa es la Ley”, remarcó.

De esa ocasión tan especial y con el ambiente festivo y místico en todo el Ashram, especialmente en el estudio después de la Ceremonia, el Maestro nos compartió frases y contenidos tan intensos, que pienso que con solo alguna o algunas frases hubiera sido suficiente para llenarnos.

Matizaba su exposición con anécdotas graciosas y hasta cómicas, contestaba todas las preguntas con tal frescura que parecía como si fuera la primera vez que se las hicieran, pero por otro lado parecía como si hubiera preparado las respuestas por alta precisión y contundencia, al punto que parecía imposible refutarle o corregirle.

Nos hacía sentir a todos la seguridad de que estábamos en el camino correcto para crecer y ser mejores seres humanos, para ser discípulos del Sendero Crístico. Pero no solo nos lo decía o expresaba con palabras, su ejemplo constituía la confirmación plena de sus enseñanzas.

Para nosotros era suficiente con su presencia, con simplemente verle sabíamos que encarnaba la sabiduría, el Sendero Crístico, la Luz que todos buscábamos. Y si hubiéramos tenido que prescindir de todo aquello místico y simbólico que nos inspiraba a algunos, sabíamos que teníamos ante nosotros al ser humano sabio, al hombre feliz.

Gurú Javier Eugenio Ferrara

31 de enero del 2008