Erase una vez un alma, que luchaba incansablemente por encontrar un alma gemela que la comprendiera, que la amara y le diera todo el cariño que necesitaba. Buscaba en el cielo azul, buscaba en la inmensidad del mar, buscaba en el calor de la tierra, los días de lluvia, entre los frondosos árboles, pero en ningún sitio encontró esa alma verdadera.
Pasaban los días, el alma vagaba errante por el bosque, mientras su energía viva se iba consumiendo, derramando, y la tristeza cada vez más la consumía, pues ninguna otra alma era capaz de ver cuánto amor tenía para entregar.
Otras almas la veían pasear sin más, le sonreían y pensaban que el alma errante era feliz, pues le daba vergüenza mostrar a los demás cuanto dolor tenía dentro porque no tenía nadie que la amara. Pensaban que era fuerte, y lo era, pero sus fuerzas empezaban a flaquear dentro, al no tener lo que tanto deseaba.
Un día, mientras el alma dormía, vio que un rayo de luz la alumbraba por un camino el cual no conocía, guiándola hasta encontrar un lugar donde la tristeza no existía, solo existía felicidad, amistad, plenitud, serenidad, amor, y un montón de almas con los brazos abiertos esperándola para darle todo lo que siempre había soñado, y, entre ellas, ese alma tan especial que siempre la haría sentirse querida, valorada, y ante todo…amada. Nunca más despertó de su sueño.
3 comentarios:
Querida alma amiga, que sepas que una de esas almas que viste en el bosque, abriendote los barazos, el corazon para escucharte, y los sentidos para ayudarte, soy yo...que lindo q nos cruzaramos....gracias.
qerida mapuche,que lindo que unas cuantas palabras constructivas nos va alimentando y enriqueciendo el alma,y nos da que pensar,va removiendo algo dentro...que nos hace sacar lo mejor de nosotros refinando nuestra alma que nos separa de la personalidad y nos va conectando con el spiritu,con el ser.
genial este post maria j.
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